Qué es y para qué sirve el sérum para piel grasa

Si los ojos son el espejo del alma, la piel es el espejo del cuerpo.

Todo lo que nos ocurre, seamos o no conscientes de ello, se refleja en nuestra piel, antes o después.

La piel reacciona a los estímulos externos, pero también a los internos, y no solo a los de origen físico o fisiológico: nuestro estado de ánimo, el ritmo de vida, el tipo de comidas que hacemos normalmente, tienen consecuencias para la piel.

Las pieles grasas no se libran.

Antes de empezar, quiero que tengáis a mano esta lista con algunas de las mejores opciones de sueros del mercado para tratar esta piel.

La piel grasa

Evidentemente, se caracteriza por un exceso de producción de sebo.

Este sebo se acumula en la superficie, obstruyendo los poros y facilitando la proliferación y acumulación de microorganismos.

Además, es más propensa al sudor y al olor corporal, debido a esa acumulación de microorgarnismos.

Tiene un aspecto irregular, húmedo y brillante, con poros abiertos, tendencia a granos, espinillas y puntos negros, pudiendo presentar, en los casos más graves, poros muy infectados y obstruidos.

Suele ir acompañada de pelo graso, ya que el exceso de grasa también se da en en cuero cabelludo.

Por otro lado, es una piel más gruesa y tolerante, incluso al sol: se quema menos y adquiere un tono uniforme cuando se pone morena.

Finalmente, las pieles grasas envejecen más lentamente, ya que su propia condición las hace más flexibles y resistentes, durante más tiempo.

Esta dermis es más común en hombres que en mujeres, y en adolescentes que en adultos. En la mayoría de los casos, con el paso del tiempo la producción de sebo cutáneo se va regulando.

Las causas pueden ser numerosas, desde la genética y la herencia hasta las hormonas, el entorno, el estilo de vida, y, desde luego, el uso de cosméticos inadecuados.

En muchas mujeres la tendencia se acentúa durante la ovulación o bien a causa de los anticonceptivos. En este caso, lo pertinente sería cambiar, ya que los hay que estimulan la producción sebácea y otros que la inhiben.

Si tienes esta dermis y tomas anticonceptivos, habla con tu médico o ginecólogo para que te recete alguno que no agrave el problema.

Hay otros medicamentos que, eventualmente, pueden exacerbar el problema.

¿Cómo reconocerla?

No siempre es fácil hacerlo a simple vista, y quienes la tienen en un grado leve pueden no saberlo.

Si sospechas que es tu caso, hay una prueba fácil: lávate la cara con un jabón neutro y agua templada, aclarándola muy bien y sin frotar, para no sobreestimular la piel. Sécala, espera unos minutos (mínimo 10) y pasa un pañuelo de papel por encima, posándolo y retirándolo como si fuera un algodón.

Si quedan restos sobre el papel, es porque es untuosa, definitivamente. Pero asegúrate de que pasa en todo el rostro por igual, ya que si solo te ocurre en la parte central (frente, nariz, barbilla), es posible que tengas la piel mixta, no grasa.

Si aún tienes dudas sobre tu piel, consulta con médico o un dermatólogo.

Al igual que en las pieles mixtas, la zona T del rostro (frente, nariz, mentón) suele ser más untuosa y acumular más problemas, que van desde los poros abiertos a la dermatitis seborréica, que, paradójicamente, hace que la piel tenga un aspecto escamoso. Ante la duda, recurre de nuevo al médico. La dermatitis seborréica necesita un diagnóstico y tratamientos médicos que pueden comprender incluso antibióticos, para combatir infecciones recurrentes.

Existen actualmente tratamientos muy efectivos para pieles excesivamente grasas, cuando tienen abundancia de poros sobreinfectados, forúnculos y comedones, pero solo un facultativo debe recetarlos y supervisarlos, por sus posibles efectos secundarios. En estas condiciones, son seguros y los resultados espectaculares y definitivos.

Aquí nos vamos a ceñir a los casos en los que esta dermis no es más que una condición incómoda, antiestética y molesta. Que no es poco.

El sérum para pieles grasas

Es un tópico, tan extendido como falso, que las pieles grasas apenas necesitan de cuidados que no sean los destinados a rebajar sus niveles de sebo.

De hecho, como ya hemos dejado claro, hay dos mentiras peligrosas en esa afirmación, porque:

  • Necesitan los mismos cuidados que las demás.
  • Tienen que buscar la modulación en la producción sebácea, no la eliminación de esta.

Para conseguirlo no bastan los cosméticos que, por su composición y características, no pueden alcanzar las capas más profundas de la piel, donde se originan las alteraciones y, por lógica deducción, donde deberían tratarse.

Esto solo lo consiguen los sérums, y te vamos a contar por qué.

Son concentrados de ingredientes muy poderosos, que, por su diseño único a base de moléculas diminutas, traspasan fácilmente la barrera de la epidermis y consiguen llegar hasta las últimas capas de la dermis, e incluso a la hipodermis.

A efectos prácticos esto quiere decir que ni la limpieza, ni los exfoliantes, las mascarillas ni las hidratantes pueden hacer nada drástico y definitivo por tu piel. El sérum sí que puede.

Pero además, el suero tiene una particularidad que es especialmente importante para la piel con exceso de sebo: es un producto libre de grasa. Tiene que serlo. Las moléculas sebáceas son demasiado grandes y no pueden penetrar por las diferentes capas de la piel, quedándose siempre en la epidermis, y en sus capas más externas.

Otro dato importante sobre el suero: se aplica una cantidad muy pequeña en cada ocasión, y esta es más que suficiente. De hecho, poner más cantidad de la recomendada y necesaria sería contraproducente.

Así que tenemos un producto no graso, capaz de limpiar la piel desde dentro y, lo que más importante, ayudarla a regular la secreción de sebo y corregir las condiciones cutáneas que la provocan. Y todo esto, con dosis muy pequeñas.

Si tienes la piel grasa necesitas el sérum y lo necesitas a diario.

Aunque el uso del suero se recomienda, en líneas generales, partir de los 25/30 años, cuando la piel comienza a perder lenta pero inexorablemente su capacidad de renovarse y de hacerlo a buen ritmo, si hay una condición cutánea alterada, no relacionada con la edad, el sérum es la respuesta, y da lo mismo la edad.

De hecho, cuanto antes empiece a usarse, mejores resultados se obtendrán, porque se corrige el problema sin dejar que vaya a más.

Recuerda que un suero no es solo válido para mujeres, sino que los hombres también pueden beneficiarse de todas las propiedades de estos fluidos.

Cuándo y cómo aplicarlo

El sérum se aplica de forma correcta, sobre la piel muy limpia, antes de la hidratante.

Si te exfolias o usas una mascarilla, después de hacerlo y antes de la crema.

Para que entiendas por qué es así, volvemos a las características del suero y de las cremas.

El primero penetra, las segundas sellan. Si te pones antes la crema, impedirá que el sérum llegue a donde tiene que llegar.

Por el contrario, al ponerte el fluido, y sobre este la crema, conseguirás que ambos se ayuden mutuamente y sus propiedades se potencien, para beneficio de tu piel: el primero hará su trabajo de fondo, a la vez que incrementará la eficacia de la segunda, y esta sellará la piel, impidiendo que los ingredientes del sérum «se escapen», y sumando un extra de protección, cuidado y sanación.

Como hemos dicho, necesitas muy poca cantidad para conseguir tus objetivos: con 4 o 5 gotas es más que suficiente.

Puedes aplicarlas sobre el rostro directamente o bien en las manos.

El fluido no ha de extenderse sobre la piel, ya que su viaje, por decirlo de una forma gráfica, es vertical -hacia adentro- y no horizontal -sobre la piel-, como el de la crema.

Necesita solo un pequeño empujoncito mientras lo distribuyes uniformemente sobre el cutis y el cuello: toques ligeros con las yemas de los dedos, o una leve presión con estas o con la palma de la mano, será más que suficiente.

Verás que seca muy pronto, sin dejar ninguna desagradable sensación untuosa o pringosa.

En verano, el sérum y la protectora solar pueden ser suficientes, del mismo modo que, si usas el suero por las noches, puedes prescindir de la hidratante.

Lo ideal es que lo uses mañana y noche, claro, pero, de no ser así, elige la noche para el sérum. Es el momento en que la piel, más relajada, lleva a cabo todos sus procesos de limpieza, renovación, regeneración, etc., lo que hace que sea el momento ideal para un cosmético tratante que apoyará y mejorará el trabajo natural de la piel.

Qué serúm es el mejor para la piel grasa

Es el momento de repetirte que, para empezar, busques un sérum cuyos principios activos sean de origen natural exclusivamente o en su mayor parte.

Todos los cosméticos tienen que tener un listado de ingredientes (INCI) en su caja, su envase o en ambos.

Ahí podrás ver qué contiene tu producto. Los ingredientes aparecen por orden de concentración, de más a menos. Los últimos de la lista suelen tener presencia meramente simbólica, ya que están en tan escasa cantidad que no tendrán verdaderos efectos sobre la piel. En estos puestos, lo deseable es que aparezcan los conservantes y los ingredientes destinados a mejorar el olor del producto.

En un suero no debería haber perfume de ningún tipo, porque es lo último que queremos meter en las partes más profundas de nuestra piel. Eso mismo explica por qué algunos sérums tienen un leve olor extraño extraño porque no es perfumado, no porque sea malo): mejor así que con perfume, ya que ese olor desaparece enseguida, pero es una garantía de que no estarás poniéndote un irritante.

Si ves que en la composición aparece uno o varios aceites, no te preocupes, porque serán aceites vegetales biocompatibles, no comedogénicos y capaces de traspasar la epidermis o bien aceites esenciales que, realmente, no son aceites sino extractos concentrados de plantas, esencias.

Para que puedas entender un poco más el INCI, los ingredientes naturales aparecen con su nombre botánico en latín, y los procesados, en inglés. Que un ingrediente sea procesado no significa que no sea de origen natural, pero, desde luego, ningún ingrediente sintético no deseado aparecerá con un nombre latino.

A partir de ahí, busca productos que contengan principios activos suavemente -muy, muy suavemente- astringentes (secantes) y exfoliantes; moduladores de la producción sebácea; calmantes y antiinflamatorios; cicatrizantes; uniformadores del tono y aclarantes de la piel.

Tu sérum ideal estará en función de tu edad y el estado de tu piel.

Por ejemplo, si tienes pequeñas cicatrices y/o manchas a causa de los granitos, ingredientes que lidien con eso serán necesarios para ti.

Cuando tu piel vaya mejorando, tendrás que buscar un suero menos tratante y más de mantenimiento y cuidado.

Si tienes un problema grande de grasa, te puede ir muy bien utilizar un tratamiento de choque durante una temporada. Estos son muy efectivos, pero no deben usarse por períodos prolongados de tiempo. Son más potentes y concentrados: por eso dan resultados antes, pero pueden llegar a ser irritantes y nocivos si se abusa de ellos, por su misma potencia.

Y no deben mantenerse durante más de uno o dos meses (consulta las instrucciones de uso) sin que medie un descanso de, al menos un mes, entre una ronda y otra. El descanso debería durar tanto como el tratamiento: la piel necesita una tregua y tiempo para encajar y asentar los cambios.

Otra opción es que hagas tu propio sérum en casa. Si te animas, aquí tienes varias sugerencias.

¿Cómo cuidarla?

Suele manifestarseen una de las peores épocas de la vida para hacerlo: la adolescencia. Los cambios hormonales propios de esta etapa están detrás de esta circunstancia.

Como ya hemos apuntado, tiende a mejorar y terminar equilibrándose, aunque no siempre es así, y la piel grasa seguirá, entonces, siendo una preocupación para quienes la tienen.

Es, pues, muy importante cuidarla debidamente.

Mucha gente con esta dermis está obsesionada con eliminar esta de su cutis a cualquier precio, y eso es un grave error.

La piel necesita del sebo que ella misma produce. Es parte de la capa hidrolipídica cutánea, que es fundamental para mantener la piel sana y equilibrada, lo que incluye el nivel de pH, que en la piel es ácido y, por un lado mantiene y cuida la vida microscópica de nuestra dermis y, por otro lado, impide que los microorganismos patógenos se instalen en ella.

Si nos empeñamos en eliminar el sebo de nuestra epidermis, la piel reaccionará elevando el nivel y en ritmo de producción de esta, para asegurar los niveles de sebo necesarios para la protección y defensa: obtendrás el resultado contrario al buscado.

Si no haces más que pelearte con tu piel, pero parece que cada vez tienes más sebo, ahora entiendes por qué. Deja de hacerlo.

Esta dermis no necesita que te obceques en eliminar cualquier atisbo pringoso, sino que aprendas a cuidarla para que regule su producción de sebo, lo que es posible porque hay muchos medicamentos y cosméticos que lo hacen muy bien, siendo, al mismo tiempo, amables y delicados con tu piel.

Además, en el furor antigrasa, muchas veces lo que se consigue es erosionar la piel, con tanto lavado, frote y eliminación de sus defensas, y propiciar no solo el aumento del sebo, sino el de la posibilidad de tener infecciones de todo tipo.

Reconcíliate con tu piel, agradece sus ventajas (con el paso del tiempo lo harás, porque estarás más joven de aspecto) y aprende a cuidarla adecuadamente.

Necesitas productos con ingredientes no agresivos y no oclusivos, así que decántate por los compuestos naturales y huyede los que usan y abusan de las siliconas, los hidrocarburos y demás, que solo taponarán más tus poros y empeorarán la situación.

Limpieza

Si para todo tipo de piel es básica, en este caso es imprescindible mantener una rutina de limpieza durante el día, todos los días, y hacerlo bien, con los productos adecuados, evitando así empeorar el problema.

Tienes que lavarla mañana y noche, mejor con un jabón para el rostro graso y abundante agua templada. Haz el último aclarado con agua fría para cerrar los poros o con un agua micelar.

Sécate con una toalla de algodón 100 % y suaves toques, si arrastrar ni frotar, para evitar dañar la piel.

Necesita los mismos cuidados cotidianos que las demás, como veremos más adelante, pero hay algunos extras que, si bien están indicados para todas las pieles, en este caso pasan a ser aliados casi imprescindibles. Estos son la exfoliación y las mascarillas.

Exfoliación

Consiste en una limpieza profunda de la piel, destinada a retirar cualquier impureza de esta, desde la suciedad cotidiana hasta las células muertas, y, por supuesto, el exceso de sebo que obstruye los poros.

Deberías exfoliar tu cara y cuello, al menos una vez por semanay nunca más de dos, por las mismas razones que te hemos explicado antes: no forzar a tu piel a producir más sebo.

Los mejores exfoliantes para ti serán los químicos, que retirarán suavemente las impurezas y cerrarán los poros.

Evita los mecánicos (exfoliantes a base de micropartículas que «arañan» la piel y arrastran las partículas de suciedad de todo tipo), y si los utilizas no lo hagas con demasiada frecuencia y, siempre, con mucha suavidad, si no quieres incrementar las posibilidades de infecciones por daños microscópicos pero reales en la piel.

Son muy indicados los exfoliantes con ácido salicílico y los enzimáticos.

Si has oído que este tipo de dermis tiende a ser más ácida de lo normal, es cierto. Pero utilizar ácidos como el salicílico y otros sobre ella, no la van a hacer todavía más ácida, por el contrario, ayudarán a elevar su nivel de acidez hasta cotas normales, deseables y sanas. La química cutánea es muy compleja, y no todo lo que llamamos «ácido» acidifica el medio.

Mascarillas

Son un recurso magnífico para todas las pieles, y un imprescindible para las grasas.

Si te exfolias con regularidad, asegúrate de que la que usas no es también altamente exfoliante, o te estarás pasando.

Debes usarlas una vez a la semana, mejor dos, y el momento ideal, pero no único, es la noche.

La mascarilla te limpiará la piel en profundidad, dejándola con una muy agradable sensación de frescor, preparada para el siguiente paso.

Elige mascarillas con arcillas, limón, miel, caléndula, aceite del árbol del té. carbón, ácido salicílico, y todo tipo de ingredientes que sean suavemente astringentes, calmantes, desinfectantes y limpiadores.

Su uso continuado eliminará los antiestéticos puntos negros de las aletas de la nariz, las espinillas, los granitos, la suciedad y las células muertas, dejándote la piel como nueva.

Hay muchos formatos de mascarillas y también puedes hacértelas en casa, con ingredientes naturales, así que elige el que más te guste, o el tipo de textura que te dé mejores resultados.

Sérum: Paso estrella

En este momento es donde tenemos que aplicar el suero, ya sabéis que debéis elegir un producto que sea adecuado para la dermis con exceso de sebo, como por ejemplo ingredientes astringentes como el ácido salicílico entre otros.

Para aplicarlo os dejé los pasos más arriba, así que no dudéis en volver a ellos para sacar el máximo provecho de nuestro cosmético estrella.

¡Que se note que ya somos todos unos expertos!

Hidratación

Si crees que la hidratante te sobra o que, incluso, puede perjudicarte, estás en un error.

Todas las pieles necesitan hidratación, para mantener los niveles de humedad y sebo de la piel en grados óptimos y saludables.

Evidentemente, tienes que utilizar hidratantes específicas, ligeras, con base acuosa y no oleosa, que aporten no solo humedad, sino ingredientes que regulen y estabilicen la secreción sebácea.

Estas pieles pueden permitirse el lujo de prescindir de la crema en algunas ocasiones: por las noches o en verano, si usas otros cosméticos que aporten un extra de ayuda a tu piel.

Pero no te relajes y prescindas sistemáticamente de la hidratación, ya que un suero nunca podrá sustituir a una crema, o lo pagarás caro.

Te sentirás más cómoda con texturas ligeras, y las cremas en gel pueden ser una grata solución para ti.

Comprueba, en la composición, que su ingrediente base es el agua (aqua) y no algún aceite mineral como la vaselina (petroleum jelly, baby oil, vasenol, petrolato, petrolatum, parafina, etc.) u otros similares, y aparta de ti y de tu piel siliconas y cualquier derivado del petróleo o elemento plástico, por mucho que te prometan hacer maravillas con tu cutis: son muy oclusivos y no es lo que necesitas bajo ningún concepto (en realidad, ninguna piel los necesita).

Por otro lado, los aceites vegetales no comedogénicos (que no obstruyen los poros) son altamente compatibles con la piel y están llenos de ventajas para pieles alteradas, como las grasas: son antiinflamatorios, desinfectantes, calmantes y, lo más importante, reguladores muy efectivos de la secreción de sebo (moduladores). Así que aceites como el de jojoba, almendras y tantos otros no solo no empeorarán tu piel, sino que la mejorarán sin efectos secundarios y ayudarán muchísimo a equilibrarla.

Recuerda que un suero y una loción son diferentes y por eso mismo se complementan a la perfección para conseguir grandes resultados.

Protector solar

Es cierto que tu piel grasa tiene más y mejores defensas frente al sol, pero no lo es que puedas prescindir de un protector solar,y menos en verano.

Siempre aconsejamos usar este por separado, porque protege mucho más que cuando está incorporado ya a la crema hidratante.

El único cuidado que debes poner es usar uno que no aporte más untuosidad a tu piel, y en este caso es muy importantísimo (sí, dicho así, para que lo tengas muy claro), porque el protector solar es una pantalla sobre la piel, y si no usas el adecuado estarás trabajando para el enemigo.

Necesitas un solar con base acuosa, especial para pieles con estas características.

Maquillaje

A la hora de seleccionarlo, tu primer criterio ha de ser que ninguno de los que uses obstruya la piel.

El sebo, muchas veces, hace que la aplicación y el mantenimiento del maquillaje se compliquen: no se fija bien, se distribuye irregularmente, se mueve y se acumula, etc.

Para evitarlo y garantizarte un maquillaje perfecto, que matifique los brillos que tanto te molestan y dure todo el día, tienes que utilizar productos «oil free» (sin aceites) y no puedes prescindir de la base, que si es la adecuada será la que asegure un resultado espléndido y estable.

Además, es muy importante que hagas una dieta sana, con predominancia de frutas y verduras; que bebas agua en cantidades suficientes; que realices ejercicio con regularidad y evites lugares especialmente contaminados o llenos de humos o partículas en suspensión, que tenderán a pegarse a tu piel.

El estrés es el gran enemigo de la piel. Seguro que has podido comprobar que tu cutis graso empeora más cuanto más estrés vives, y mejora notablemente en las temporadas de mayor tranquilidad. No es casualidad, sino causalidad, así que evitar el estrés es vital para mejorar y hacerlo de forma permanente. Si no sabes hacerlo, prueba técnicas de relajación, meditación o busca ayuda profesional para aprender al manejarlo.

Publicado en: Serum

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